La galería inicia la temporada de exhibiciones 2025 con una muestra pensada a partir y desde el video por el dúo de artistas Lolo y Lauti —que han hecho de este medio su herramienta central— si bien también incluye obras que «saltan» fuera de la pantalla.

La selección yuxtapone obras de artistas reconocidos como Delia Cancela, Fernanda Laguna y Lolo y Lauti, con producciones de artistas emergentes. Los curadores observan conexiones entre el video-arte argentino reciente y el abordaje espontáneo, indómito y alternativo del cine experimental de los setenta que Jonas Mekas promulgó. El humor, el absurdo, el romanticismo y la perspectiva queer se reiteran en varias de las obras elegidas.

Telecataplum es, entonces, un homenaje al videoarte y una mirada actualizadora. A veces salvaje, a veces refinado, siempre un modo de imagen en movimiento cuya fuerza, según los curadores, radica en que no se espera que nos convenza (como las películas), ni que sea real (los noticieros), ni que “funcione” como los reels de las redes sociales.

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Hay videos que nos miran fijo, atrapados en su tiempo congelado. Otros se nos meten en la cabeza y nos siguen hasta casa, se nos meten en la cama, en los sueños. Algunos nos estiran un brazo y nos invitan a saltar adentro. Otros intentan escapar de su dispositivo y, en el apuro, tropiezan y van dejando rastros, como una flor que escupe su polen. Y después están los videos a los que les crecen ramas, antenas, patas, como una colonia de hormigas que terminan haciendo explotar su pecera.

Consumimos tantos videos constantemente que nos es físicamente imposible detenernos en cada uno a preguntarnos cómo está hecho. Cuando vemos una película, queremos que nos convenza. Cuando miramos el noticiero, confiamos en que es real. Cuando vemos un reel, necesitamos creer que ese hack de cinco minutos realmente funciona. Queremos inmediatez, fluidez, que todo parezca natural. Y todo eso depende de que el proceso quede oculto, que nada interrumpa la ilusión.

Pero con el videoarte no. Y ahí está su fuerza. El videoarte no tiene por qué ser prolijo. No necesita convencernos de nada, ni parecer real, ni seguir un esquema clásico. Puede ser un experimento, una prueba, un error que se vuelve obra.

En Telecataplum, los videos no están solos ni quietos. Conviven en una casa de muñecas, en un laberinto guiado por acertijos donde se mezclan el antes, el después y el mientras tanto. Unos tropiezan, otros se escapan y algunos nos miran fijo.

Lolo y Lauti